Nació
en el año de 1800 en Cuautla, hoy Estado de Morelos, y figuró en 1812
en el cuerpo de tropas infantiles que Morelos puso, durante el sitio
de esa población, a las órdenes de su hijo, Juan Nepomuceno Almonte.
La gente de la ciudad quiso ayudar a la defensa de la misma, y aún
los niños se agruparon para auxiliar en la defensa. Sitiada Cuautla
por las fuerzas realistas de Calleja, fue defendida por los ejércitos
de Morelos, sus columnas al mando del generalísimo y de sus lugartenientes,
los Galeana, Los Bravo y Matamoros, así como por los civiles de la
población misma.
Calleja dispuso el primer ataque para el 19 de febrero de ese año
de 1812, y lo inició a las 7 de la mañana en que se trabó un fuerte
combate en la plaza de San Diego, que estaba bajo la vigilancia de
don Hermenegildo Galeana. El coronel realista Sagarra disparó su pistola
en contra del jefe insurgente, sin lograr herirlo, y entonces Galeana
disparó su rifle, matando a Sagarra. Murieron en la lucha otros dos
coroneles realistas: el conde de Casa Rul y Juan Nepomuceno Oviedo,
con lo cual se enfurecieron los realistas.
Ya en tal estado de ánimo, los realistas penetraron a la ciudad, con
gran esfuerzo, tomando las casa que quedaban a ambos lados de la calle,
horadando las paredes divisorias para proseguir, a cubierto, hasta
la población de San Diego. Entonces una voz gritó que Galeana había
sido derrotado, pues los realistas aparecían ya dentro de la ciudad,
y los soldados que defendían la trinchera de San Diego, al escuchar
tal grito, huyeron hacia el centro de la población, abandonando armas
y parque.
Los españoles viendo tal cosa, salieron de las casas en que se guarecían,
y por media calle corrieron, en grupo, para apoderarse de San Diego;
pero entonces un niño de 12 años, Narciso Mendoza, vio que un cañon
que apuntaba a la calle había quedado cargado, y que cerca de él había
quedado tirada una tea encendida; tomó esta y la acercó a la mecha
de la pólvora del cañón, con lo que se produjo una gran explosión
lloviendo metralla sobre los españoles que se acercaban corriendo
por la calle. Sorprendidos en plena carrera, los realistas vieron
caer a algunos de sus compañeros, creyendo que los insurgentes habían
vuelto a San Diego, y empezaban a dispararles, retrocedieron a su
vez espantados, saliendo de la ciudad, en los momentos en que Galeana
y Matamoros llegaban a las trincheras.
Galeana rehizo sus tropas, acudieron en su auxilio Morelos y Leonardo
Bravo, y volvieron a defender el fuerte de San Diego, rechazando en
sus ataques posteriores a los realistas. Morelos mismo felicitó al
niño héroe, Narciso Mendoza, frente a la tropa, ante la que le dio
el grado de alférez, tomándolo bajo su protección.
El niño creció a su lado y llegó a ser teniente coronel del ejército
mexicano, una vez lograda la Independencia de México; pero por veleidades
de la política, posteriormente fue desterrado a Centroamérica, en
una de cuyas repúblicas ocupó diversos puestos.
Al pasar los años, sintiéndose enfermo y viejo, regresó a Cuautla,
su pueblo natal, en donde murió, en fecha que se ignora.